Crònica realizada por Graciela Gomez estudiante de la comisión 400 del Plan Fines II - Merlo.
Materia: Comunicación y Medios.
Con un sol radiante, un cordial recibimiento y entre mates, fluyo una linda charla con la simpática migrante del paraguay, doña Atanacia Guerrero.
Atanacia no tenía en mente migrar a Argentina. Fue de paseo a la provincia de Formosa pero las circunstancias de la vida hicieron que se quedara. Cuenta que su vida fue dura sentimental, económica y espiritualmente. Llena de matices altos y bajos, hubo luces y sombras pero siempre contenida gracias a la familia que supo y pudo lograr a pesar de las vueltas de la vida.
Atanacia pisó por primera vez la argentina ya que tenía unos tíos que vivian en Formoso. Este matrimonio migro de Paraguay a Argentina en el año 1947 escapándose de la guerra civil. Consiguieron trabajo, tenían su casa y formaron su familia. Luego, ellos viajaron a Paraguay a visitar a Atanacia y su familia. La invitaron a que fuera a pasear unos días y a conocer Formosa. Esto paso en julio de 1958 cuando ella tenía solo 15 añitos. Entre una cosa u otra se quedó un año. Sus tíos vivian en Posadas y como era capital, pudo conseguir donde trabajar. Consiguió trabajo en un lavadero llamado San Cayetano y hacia el control de entrada y salida de ropa. Cuando quiso volver a Paraguay, sus tíos le dijeron "¿Para qué queres volver? Si te vas para allá, para conseguir trabajo te vas a tener que afiliar al Partido colorado o al Liberal. Es un requisito figurar en algún partido político para poder ubicarte en algún trabajo". Así que le propuso seguir quedándose en su casa y que buscara otro trabajo mejor pago.
Por aquellos años había mucha oferta de trabajo para elegir y fue así que decidió quedarse a vivir en Argentina. Pasaron casi tres años y Atanacia que ya tenía 18 años entró a trabajar en la casa de un militar en la zona de Caballito.
Atanacia nació en Ibycui, localidad de Rincón Iguazu y pensaba que el trabajo de campo no le gustaba, que no era para ella. Su papá tenía campos y sus hijos debían trabajar la tierra y cuidar a los animales. Vivió con sus padres hasta los siete años. Sus papás se separaron y ella se fue a vivir con su papá. En Paraguay hay una ley que dic que cuando los padres se separan los hijos varones deben irse con las mamas y ocuparse de su educación y crianza, y que los papas deben ocuparse de sus hijas mujeres. Atanacia fue la excepción. Ella fue entregada a su papá pero él nunca se hizo cargo. La dio en crianza a su madrina y abuela. Ellas se encargaron de educarle y encaminarla en la vida.
Su papá era un franciscano de la tercera orden (acá sería como un laico consagrado, un diacono que puede estar casado y aun así administrar sacramentos). Un día tomando mate en el patio con su mama y su papa, pasó una chica y la mamá le contó a su papá que esa chica era la que había entrado en la tercera orden y luego al parecer, su papá puso los ojos y el corazón en ella. Al tiempo su mamá se dio cuenta y tuvo que aceptar que su esposo la engañaba con esa chica que un día ella le había mostrado. Al parecer la otra chica no aceptaba a Atanacia. El prefirió que su abuela y su madrina la criaran. Recuerda que en la orden nunca se enteraron que su papa se había puesto en pareja con esa chica y la que puso punto final fue su mamá. Por un tiempo visitó a su mamá en las vacaciones. Solo una vez se quedó a dormir en su casa. Luego ella también vino a vivir a la Argentina donde rehízo su vida.
Por parte de su mamá tuvo hermanos y de su papá también. Atanacia es la mayor del primer matrimonio. Sus hermanos le tienen mucho respeto y le demuestran cariño. Cuando su papá cumplió 90 años fue invitada a compartir una reunión familiar.
Sin darse cuenta que dejaría su país, Atanacia sintiò la necesidad de crecer y buscar su destino. Recuerda que le gustaba salir con su papá a rezar por las calles del pueblo y cantar canciones a la virgen. Siente que lo que trajo de Paraguay o sigue muy presente en ella son la fe, la religiosidad, el respeto que tienen por las cosas, imágenes religiosas, etc. Sigue conectada con su familia y su identidad. Hoy en día puede decir que cuando viaja, se siente como en casa y el encuentro con sus hermanos es muy lindo aunque solo vaya de paseo.
Cuando tenía 18 años comenzó a trabajar en a casa de Caballito al principio le parecía una casa rara porque no sabía usar los artefactos electrónicos como la lustradora o la aspiradora. Era una casa de ricos.
En todo el tiempo que lleva viviendo en Argentina, nunca sufrió o la hicieron sentir discriminada. Conoció a su primer esposo a los 22 años. Con él tuvo dos hijos, Luis y Alfredo. Lo lindo y lo bueno duraron pocos años. Su esposo comenzó a ser una persona posesiva, celosa y violenta. Trascurrían los días y esto se agudizaba hasta que un día se separó. Planeó escaparse un día que en el que él se fue a trabajar para poder irse y que él no supiese a donde iba, llevándose a los chicos con ella. Atanacia tenía 25 años y sus hijos tan sólo 2 y 3. Se fue porque una vez sus suegros l confesaron que Juan, así se llamaba su esposo, tenía un problema mental que lo llevó a estar medicado mucho tiempo antes de que ella lo conociera, pero se lo habían ocultado. Cuando ella se fue del hogar, huyó a su trabajo porque allí la querían amparar. Ella les contó su vida y por lo que estaba pasando. Su esposo la fue a buscar pero ellos se encendieron y su patrón lo atendió diciéndole que ellos no sabían nada y que tampoco había ido a trabajar. Así fue que se quedaron a vivir ahí mientras conseguía un trabajo en el que la aceptaran con sus dos hijos. En una semana consiguió trabajo y en el que podía vivir cn sus hijos. Desde aquel entonces hasta al día de hoy nunca supo nada más de lo que fue de la vida de su ex esposo Juan.
Transcurrieron 27 años sin viajar a Paraguay porque no podría perdonar a su padre por haberla dado en crianza a otras personas. Por parte de su papa con su segunda esposa tiene diez hermanos y por parte de su mamá, tiene ocho.
Atanacia siente que adoptó comer polenta, el ritmo de vida y nunca perdió su cultura. En Buenos Aires tiene familia, tíos y un hermano por parte del padre. Su mamá también vino a vivir acá. Luego de 27 años comenzó un vínculo con su mamá y su hermano.
Siete que todo lo que vivió en su niñez y su adolescencia la afectaron en el sentido de ser dura, fría y muy organizada. Tuvo hijos de un segundo matrimonio. Cuando se separó conoció a Alberto, una persona muy buena que quería a los hijos de su matrimonio anterior como a sus propios hijos que tuvo conmigo. En el camino también sintió la pérdida de dos hijos. Algunos de sus hijos hablan o entienden guaraní, otros escuchan música y les da nostalgia, otros dicen que no sienten tener contacto con esas raíces. Atanacia y Alberto son paraguayos pero no hicieron mucho para que sus hijos sigan las tradiciones. Por esto es que no hay conexión y les da lo mismo llegar a conocer su tierra o no. Hay un nieto que siempre le pregunta y tiene curiosidad sobre la cultura paraguaya.
Lo que extraña de su país es la actitud con la que te recibe el paraguayo, con alegría te brinda un abrazo, ofrece su casa para hacerte sentir como en la tuya. Acá no es tan así. Algunos son un tanto cálidos y otros no. La cultura es un tema, cuando una persona migra hay cosas que pierde en el camino y al no seguir practicándolas no se puede transmitirlas a los descendientes. Atanacia tuvo muchas idas y venidas. Tiene una cultura que heredó por haber vivido hasta los 7 años en su pueblo, luego su madrina y abuela la llevaron a Concepción del Paraguay donde fue al colegio María Auxiliadora y a los 15 años llegó a Formosa. Unos años después vino a Buenos Aires donde se quedò definitivamente. Los hermanos por parte de su mamá tienen otra cultura, ellos nacieron en Argentina.
Reflexionando sobre su vida, Atanacia puede decir que se siente muy bendecida por la gran familia que formó y es por eso que solo volvería a Paraguay de paseo. Todo lo tiene acà en este país. Sus hermanos, hijos, siete vivos y dos fallecido, sus nietos y bisnietos.
Sus hijos siempre le dicen que como son tantos, siempre les costó tener una buena economía y que no les dejaron nada material, pero le dieron prioridad a que estudiaran y se prepararan, para que puedan tener mejores posibilidades de vida de lo que tuvieron ellos. Siempre se lo agradecen.
Comments